Las mujeres Weyward de Emilia Hart, llegó a mi vida en el momento indicado. La historia está llena de naturaleza, y la conexión que esta tiene con las protagonistas me hizo anhelar vivir en una cabaña en medio del bosque.
La trama nos lleva a través de tres líneas temporales. En 2019, Kate, casada y buscando escapar de su esposo violento, se refugia en una cabaña en el bosque. Allí no solo sana su corazón tras una relación abusiva, sino que también comienza a desentrañar los secretos de sus antepasadas.
La segunda historia es la de Violet, en 1942, en plena Segunda Guerra Mundial. Una adolescente que vive en una casa de campo con su padre y su hermano. Desde siempre, Violet ha mostrado un amor profundo por la naturaleza y los insectos. Sin embargo, su padre es un hombre frío que no aprecia a sus hijos, y cuando un sobrino llega a pasar unas semanas con ellos, la vida de Violet cambia profundamente. A medida que enfrenta situaciones terribles, también intenta descubrir el misterio detrás de la muerte de su madre.
Por último, en 1619 conocemos a Altha, una mujer que vive con su madre en una cabaña cerca del bosque. Dedicada a sanar a los vecinos con el conocimiento transmitido de madres a hijas, Altha es acusada de brujería tras un desafortunado accidente. A lo largo de su juicio, iremos desentrañando si realmente es culpable de lo que se le imputa.
Mi madre y yo nunca nos consideramos brujas, pues esa palabra la inventaron los hombres, un palabra que da poder a quien la pronuncian, no a aquellas que la describen. Una palabra que erige patíbulos y piras, que convierten a mujeres vivas en cadáveres.
Simbolos y naturaleza
Desde el principio sabemos que las tres historias están relacionadas por la sangre; todas las mujeres son parientes y, de alguna forma, sus destinos están entrelazados. La naturaleza y ciertos animales juegan un papel fundamental en la narrativa, y las descripciones me recordaron a La chica salvaje, de Delia Owens.
Este libro está lleno de símbolos que cobran sentido hacia el final. A lo largo de la historia, encontramos muchos elementos paganos, como los caballitos del diablo, que se dice pueden moverse entre mundos y percibir cosas más allá de los sentidos humanos. O los cuervos, que en las culturas paganas europeas se asocian con la inteligencia, la profecía y la comunicación.
Desde el comienzo, se nos explica que el título, Las mujeres Weyward, hace referencia a tres personajes de la obra Macbeth.
Para mí, esta novela fue un acierto total. Sin embargo, cabe destacar que lo que estas mujeres viven no es fácil de digerir. Se abordan temas muy delicados, como el abuso y el aborto, y los hombres que rodean a las protagonistas no resultan agradables de leer.
Sin duda, recomiendo Las mujeres Weyward.
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